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HISTORIA DE LOS RELOJES DE CUCO

Tejedores de paja, herreros de cucharas, fabricantes de pipas y barriles, tejedores y teñidores eran los oficios artesanales de la Selva Negra a finales del siglo XVII.

Sin embargo, los campesinos más pobres intentaban durante los largos meses de invierno ganar un complemento que a menudo era muy necesario.

El comienzo: relojes de rueda de madera

Así fue como Franz Ketterer de Schönwald (fecha de nacimiento aprox. 1667) y Simon Dilger de Schollach (fecha de nacimiento aprox. 1672) – un campesino pobre y un tornero de madera – comenzaron a construir relojes con engranajes de madera. Este fue el origen de la fabricación en la Selva Negra de relojes con engranajes de madera y un peso como regulador de paso. En Francia se cultivaba ampliamente el arte de construir relojes de elaboración artística y gran lujo de detalles. Friedrich Dilger de Urach se mudó durante todo un año a Francia para aprender el oficio de los relojeros franceses. La antigua escuela de relojeros allanó el camino para la escuela superior de Furtwangen, que en la actualidad dispone de una fama excelente en toda Alemania.

La primera idea a cerca del reloj cuco de la Selva Negra

«Cuco, cuco» – así nos anuncia el pequeño pájaro la hora que es. La idea, la trajeron probablemente desde Estrasburgo los comercientes de utensilios de cristal.. En el artistico y célebre reloj de la catedral de Estrasburgo un gallo anunciaba cacareando la hora. En cualquier caso, hacia el 1.750 al llamado reloj “ Schotten” (escocés ) con pendulo de cola de vaca se le integraba un cuco, el cual salia de la puertecita situada en el arco de la parte superior del reloj. Objetos raros, deseados y caros eran estos relojes. Estos relojes se complementaron pronto con una otra variante, el reloj cuco tallado y barnizado en color marron, y con forma de casita de estación ferroviaria.

La evolución del artesano relojero

Friedrich Dilger mejoró la construcción de los relojes e importó herramientas de gran utilidad de Francia. Ahora es cuando comienza a intensificarse la construcción de relojes en invierno, que eran distribuidos por los que transportaban cristales. Con el tiempo este ramo se fue especializando cada vez más. Se desarrollaron oficios propios: los constructores de los soportes, los carpinteros de las cajas, los pintores y dibujantes de los frontales, trefiladores, los constructores de engranajes y los fabricantes de ruedecillas para cadenas comenzaron a trabajar mano en mano. La importancia de la relojería creció tanto que en 1808 ya había en Triberg y en 10 pueblos de los alrededores 790 personas que se ganaban la vida en la construcción de relojes. Solo en Gütenbach, de los 833 habitantes 96 eran relojeros, 10 fabricantes de soportes, cifras e instrumentos, 14 pintores de carátulas, fundidores y 61 comerciantes de relojes. Por tanto, en 1850 se fundó en Furtwangen la «Escuela de relojeros Gran Ducal de Baden». Su primer director fue Robert Gerwig, el futuro constructor de las líneas de ferrocarriles de la Selva Negra y del San Gotardo.

El reloj de cuco en el nuevo milenio

Todavía hoy, este reloj de cuco de la Selva Negra tallado y famoso en todo el mundo se sigue fabricando de la misma forma que siempre. Las tallas varían entre motivos de hojas, casas y caza. Mecanismo de 7 días, desconexión del sonido y la integración de otro cilindro musical son solo algunos de los muchos extras que se ofrecen adicionalmente. A partir del pequeño inicio de aficionados y de comerciantes valientes se han originado a lo largo de generaciones empresas internacionales con ramos de producción completamente nuevos en el ámbito de la industria de la mecánica de precisión y de la industria de la maquinaria. El reloj de la Selva Negra es mucho más que un recuerdo bonito, ya que ha marcado decisivamente el desarrollo de nuestra región.

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